Tejer la urdimbre para concluir esta película en el año 2015. Escribo 2015 y me parece mucho tiempo. Hace dos años comencé a grabar a Gilda; ella se ha transformado aceleradamente buscando una forma de vida consecuente con lo que siente y cree. Intento tejer su discurso, seleccionar, ordenar, encontrar archivos perdidos en el tiempo.
¿Por qué
estoy haciendo esta película?
Nací en
Cali, una ciudad del Suroccidente colombiano a 115 Km del mar. En sus calles,
los treinta grados de temperatura habitual se funden con el mestizaje de
culturas: afrocolombianos, indígenas, campesinos y pobladores urbanos unidos
por una extensa trayectoria histórica que dota a la sociedad de magia, misticismo
y espiritualidad con relación al uso de plantas ancestrales y la construcción
de espacios comunitarios.
Las
plantas medicinales estuvieron presentes en mi vida desde la infancia; remedios
caseros y baños de la suerte, ungüentos y recetas considerados parte de la
cultura popular. Mucho tiempo después, transitando el feminismo, descubrí el
legado ancestral de las mujeres como primeras médicas y farmacólogas de la
historia occidental: comunidades autónomas que en la Edad Media tenían el saber
y uso de las plantas medicinales y mágicas; primeras sanadoras de la historia
que curaron enfermedades, hicieron abortos, partos, literatura, música y
ciencia. Perseguidas y asesinadas por la iglesia por disputar su poder
económico y político, relegadas por la institución médica patriarcal al rol de
curanderas y enfermeras, anuladas de los tratados de botánica, fueron descubiertas por la historiografía
feminista que en la década del 70 desobedeció al prefijo HIS-tory, y propuso la
HER-story o HER-storia, para referirse a la historia de las mujeres.
Mi
interés y experimentación interior fueron creciendo, supe que los remedios
caseros no eran superstición sino parte de una genealogía relacionada con mis
orígenes más antiguos. Mi práctica espiritual era válida. Quería rastrear
genealogías herbarias.
Al
llegar a Buenos Aires decidí seguir mi intuición y el reto académico de
conjugar la formación profesional de historiadora[1] con
el documental. Interesada por las sanadoras y la defensa de la autonomía del
cuerpo de las mujeres, comencé a explorar experiencias de sanación con plantas
ancestrales. La búsqueda me llevó a conocer a Gilda Colman; vi su nombre entre
los y las activistas que participarían en el día del cannabis medicinal que se
conmemora cada 15 de noviembre. Me gustó su nombre y que fuera la única mujer.
Participé en las conferencias y al final del evento aceptó darme una
entrevista. Cuando conocí su experiencia y filosofía, su universo escondido en
la periferia del gran Buenos Aires, decidí contar su historia.
Gilda,
una de las personas con VIH que más
tiempo han sobrevivido a la enfermedad, es una sanadora y activista del mundo
urbano contemporáneo; su historia de vida representa a una comunidad que
confronta el control económico y político de la medicina a través de la
búsqueda de experiencias alternativas de sanación con una planta penalizada y
estigmatizada, como muchos otros saberes que implican la autonomía para tener
control sobre el cuerpo. Su historia está inscrita en dos momentos claves de la
movilización social en Argentina: las exigencias en los años 80 y 90 por los
derechos de las personas portadoras de VIH
y la más reciente defensa de la legalización del cannabis en el marco de
las libertades individuales y el derecho fundamental a la salud; debate que se
ha extendido en el mundo actual develando las razones económicas y políticas de
la penalización de una de las plantas más antiguas de la humanidad.
La
historia de vida de Gilda permite reconocer el lugar que las mujeres han tenido
como sanadoras, dar a conocer realidades periféricas donde los problemas y
resistencias sociales tienen características particulares, revelar un universo
oculto por la estigmatización y la prohibición: las propiedades curativas de
una planta que deben ser divulgadas y liberadas para el bienestar de quien lo
necesite.
[1] En mi práctica académica y
profesional como investigadora social, delimité el campo de estudio a la historia
de las mujeres. Elegí la maestría periodismo documental para establecer una
búsqueda interdisciplinar que me permitiera tener herramientas para contar con
imágenes historias de vida de mujeres en el mundo contemporáneo.
Domingo
Domingo
en-verde-cido 11 y 58 pm inviernosis la escritura va más despacio que el reloj
entonces es mejor sumergirse en la galaxia Periferia Constitución está cerca un
tren aparece de prisa y obliga a acelerar el paso se desquicia la cuadrícula
calles de tierra mercados ambulantes fachadas y terrazas que podrían ser
las de cualquier barrio latinoamericano sentirse en casa mientras todo esto
pasa en la ciudad-sur pasa como ráfagas de viento pasa por las hendijas
del colectivo 129 el cumpleaños capicúa de Gilda artesanos de plantas
sanadores delirantes visiones de hadas con rayos infrarojos un llamado una
historia una herramienta inasible seres en los que creo calles con pájaros
libres esta es la avalancha de arena sobre Buenos Aires el cielo se abre y el
tiempo es un sueño que La Peque me cuenta entre un pucho y otro esta es la
avalancha de arena sobre Buenos Aires ya no puede detenerse los puntos
cardinales se disuelven y mi casa está en alguna parte domingo en-verde-cido
ojos despiertos.
Una sinfonía sensible
Estamos en mitad del rodaje. Antes de entrar a la casa para continuar con la entrevista, me quedo tomando un poquito de sol con Andrea. Queremos guardarlo en la piel, sabemos que la noche estará fría. También tenemos ganas de hablar; ella acaba de remover la tierra de la huerta y está recibiendo información y energías mágicas en las que, como buena siconauta del Caribe colombiano, cree. Me dice que para Gilda la planta de cannabis representa una conexión entre el cielo y la tierra. La planta, íntima y autopoiéticamente relacionada con la tierra, permite a Gilda y las personas que la usan con fines medicinales y espirituales, explorar otras formas de conciencia y sanación. La siembra permitió que Gilda entendiera la vida como un ciclo que termina porque es necesario; si no morimos se rompe el ciclo y debemos volver a la tierra para ser abono. Es “la sinfonía sensible” de la vida, traída por Casilda Rodrigañez: la vida se autoorganiza y autoregula a sí misma sin que nadie la gobierne; “todos los sentires de los entes orgánicos tienen algo en común: la búsqueda del bienestar y de la propia autoregulación en el impulso cooperativo”.
Una sinfonía sensible
Estamos en mitad del rodaje. Antes de entrar a la casa para continuar con la entrevista, me quedo tomando un poquito de sol con Andrea. Queremos guardarlo en la piel, sabemos que la noche estará fría. También tenemos ganas de hablar; ella acaba de remover la tierra de la huerta y está recibiendo información y energías mágicas en las que, como buena siconauta del Caribe colombiano, cree. Me dice que para Gilda la planta de cannabis representa una conexión entre el cielo y la tierra. La planta, íntima y autopoiéticamente relacionada con la tierra, permite a Gilda y las personas que la usan con fines medicinales y espirituales, explorar otras formas de conciencia y sanación. La siembra permitió que Gilda entendiera la vida como un ciclo que termina porque es necesario; si no morimos se rompe el ciclo y debemos volver a la tierra para ser abono. Es “la sinfonía sensible” de la vida, traída por Casilda Rodrigañez: la vida se autoorganiza y autoregula a sí misma sin que nadie la gobierne; “todos los sentires de los entes orgánicos tienen algo en común: la búsqueda del bienestar y de la propia autoregulación en el impulso cooperativo”.
El cuerpo-tierra, estando enfermo, busca la sanación a través de una medicina milenaria y accede así a un espacio interior propio; un cielo que le permite ordenar su relación con la vida y la muerte; entender el sentido de este tránsito por la tierra y asumir la misión de aprender para sanar y ayudar a otros y otras a sanar-se. Si el cielo es el símbolo que diferentes culturas han asignado al lugar a donde se va después de morir, Gilda teje la conexión entre el mundo de los muertos y los vivos, danza su propio baile, entre el cielo y la tierra.
con toda amiga!!!! vi*
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